viernes, 6 de junio de 2008

"Margenes" Subte de MVD




Una imagen icónica central, un retrato de algo que resulta extraño y ajeno. Un momia de una llama de los andes (nonato) comprada por Turell en uno de sus viajes.
La momia es un símbolo usado para que un pueblo se vuelva próspero. La mitología local transforma lo que no ha nacido en un símbolo de una vida próspera. El mito, en el símbolo se apropian de la realidad y su futuro, algo así como la fe en el arte moderno.
Aquí lo vemos de perfil, una paleta de tonos oscuros, y chorros de pintura que se caen hacia abajo.
Turell eterniza la muerte y el mito, él mismo momifica al mito en un segundo pliegue simbólico. La momia es la pintura, porque la pintura no esta vida mas que en ese compartir un código de representación que nos hace creer (o no) que esta viva.
La vida y la muerte se cruzan en diferentes estratos, la representación y la realidad, el mito y el logos también lo hacen. Pero hay más, es la relación de un deseo con un objeto que no es objeto, de que este canalice su potencia contra una muerte que nos espera en el tiempo. El arte es trascendente, es lo único que lo es, pero esto nos hace estar vivos, abrazados a nuestra condición, en un soplo natural y a nuestra perennidad.
La muerte se presenta como metáfora que se dispara en varias direcciones, la de la pintura, la del arte, la de la vida, la del propio artista.
La imagen esta centrada porque alguien la puso en ese lugar, la imagen tiene una sombra que la sostiene formal y simbólicamente. La sombra es ausencia de luz, a donde la luz no puede llegar, es una mirada a al oscuridad porque en la oscuridad es donde no podemos ver o donde se dificulta ver.
La luz juega tambien como metáfora, desde la caverna de Platón, desde ese mito que ha construido occidente. La mirada en occidente, diría Derrida, es fotocéntrica. Pero no es solo la mirada sino que la razón se ha construido a partir de la mirada, a partir de ella se ha construido el logos y todo el territorio conceptual. Es por eso que el arte es el origen de cualquier terreno, sea científico, filosófico o mitológico-religioso.
Para aprender la verdad teníamos que salir de la caverna. Ya no creemos en eso porque la caverna es lo que somos, no la promesa de la luz, el eidos, sino que la caverna es nuestro hogar y donde estamos mejor abrigados. Es aquí que nos percibimos finitos, únicos y diferentes.
La muerte es el tema de los hombres desde siempre, el arte intenta exorcizarla pero sabiendo que es puro juego. Lo que se vuelve trascendente es la pintura y un nombre, el artista muere, muere en su época porque es el mejor lugar donde puede morir. La obra nunca se separa del artista, hasta el momento en que volvemos la mirada atrás, como Orfeo, y nuestra amada desaparece en la oscuridad del Hades.
La gestualidad de la pintura se hace protagonista. El expresionismo exaltaba la levedad de la existencia a un rango superior, el expresionista estaba sufriendo en el cuadro, el cuadro no era representación sino que se volvía tan delgada esa diferencia que el propio cuadro podía gritar. La expresión es una cercanía del sentimiento, del sujeto y la vida, del pintar y la pintura.
La vida y la muerte son mitos, porque nunca podremos discernirlas mas allá de nuestra propia contingencia. Para nosotros la muerte en una proyección, es nonato porque se escapa a la experiencia. Nunca hemos tenida tanto miedo de algo que aun queda por “vivir”.

Texto_Rulfo Exposicion "Márgenes" Subte de MVD

1 comentario:

Naxtly Artig dijo...

Celebro tu expresión. De acuerdo! No suelo tomarme tiempo para linkear sitios, pero vale. Gracias por romper la quietud. Naxtly