miércoles, 7 de mayo de 2008

Rerum Thesauri "Afrodita"



Rerum Thesauri

A mi cuarto de niño llegó un día una repisa con solo dos estantes. Mis padres me dijeron que podía guardar las cosas que quisiera y disponerlas a mi modo. Creo que puede haber sido éste evento el desencadenante de mi obsesión por poseer pequeñas maravillas. Empezó con un cráneo humano que servía para guardar en su bóveda un huevo de ñandú convertido en alcancía. Un pequeño cofre donde ponía mis dientes de leche, la bolsa de las bolitas, la honda, mi navaja, un lapicero y poquitos libros. Con el tiempo fue cambiando si bien hoy conservo la mayor parte de aquellos objetos. Pude tener ahí mi primera pecera y mis cuadernos de dibujos, las cajas de lápices, caracoles, frasquitos con animales en formol y fósiles que iba encontrando.

La serie de piezas que se pueden ver en esta colección son constitutivas de mi persona, son experiencia trasladada a ciertos objetos con relativo valor económico y gran peso subjetivo. Las colecciones son así de antojadizas. Son cápsulas de tiempo en las que podemos observar intereses personales, familiares o colectivos donde preservar-atesorar lo transcurrido, lo que deviene patrimonio e identidad en su materialización.

Las distintas colecciones suponen un recorrido por los más diversos intereses y con un sinfín de objetivos. Algunas muestran el poderío de una nación, su gloriosa historia, sus conquistas; otras, la riqueza de la fauna en un determinado territorio y el grado de conocimiento de la misma, monstruos-seres “aberrantes” y también las que acumulan lo producido por culturas próximas y lejanas en distintos estadios donde exhibir su material simbólico. Hay colecciones de inestimable valor donde se conservan las primeras expresiones humanas, las que tienen un fin pedagógico, las que son abiertas al público, las que no. Algunas son dinámicas, intercambian con otras colecciones piezas que les permiten comparar e investigar. Pueden tener su propio edificio o encontrarse en la informalidad de las ferias. Nuestro “museo vivo” de los domingos Tristán Narvaja es un significativo ejemplo. Ciertas colecciones se rotulan bajo un eje temático preciso y se institucionalizan, se protomuseifícan, mi rerum thesauri está abierta, es particular, es mía, soy yo en objetos.

El recorrido hecho desde entonces puede parecer compulsivo, actitud que se ha vuelto constitutiva de mi persona sin embargo el “resultado” de acumular-pretender conservar sobrepasa lo “simplemente” autobiográfico-retrospectivo, se convierte en introspectivo-prospectivo. Me reconozco en esos objetos, distintas etapas vividas, viajes, ambiciones, llevan implícitas anécdotas, desventuras, por momentos son máquinas para viajar en el tiempo son mi patrimonio y mi legado; lo exhibo intentando generar en el otro un movimiento hacia sus propias maravillas.

Las colecciones globales, locales y las cámaras de variedades tienen algo en común, todas intentan hacernos llegar a cierto grado de conocimiento y comprensión sobre lo que poseen, lo que conservan, a develar conceptos que quedan lejanos. También a maravillarnos con sus enigmáticas piezas casi mágicas y fantasear con las facetas diletantes de quién(es) las construyó. Me quedo y adhiero a esta última.


A.Turell.
+2007.

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